Los jóvenes chacayanos, hombres y mujeres, esperan con mucha emoción y entusiasmo esta fiesta, que no sólo es de reencuentro de las generaciones, sino que
congrega especialmente a los que recordando algunas burbujas de amor, vuelven al enamoramiento en serio y sirve también para los que no aprovecharon su
oportunidad, como los solteros, puedan encontrar su media naranja.
De lugares
distantes llegan a su Chacayán querido, a recordar su niñez y juventud en sus
barrios, a contemplar el hermoso panorama que se extiende desde su pueblo por
toda la parte media del Chaupihuaranga. De Italia, España, Argentina, Estados
Unidos; de Lima, La Oroya, Cobriza, Cerro de Pasco, Yanahuanca, Huánuco,
Jauja, Huancayo y otros lugares del país se dan cita a esta fiesta que se realiza entre
enero y febrero, aunque por lo general cae en febrero, ergo el 2006 se celebró los
días 16,17,18 y 19 de febrero, un fin de semana, de jueves a domingo.
La organizan los jóvenes de ambos sexos formando parejas, eligen a un coordinador a quien comúnmente lo llaman cabeza o jefe que en otros lugares los denominan mayordomos, carguyos o alferados. Son cuatro o a veces seis los cabecillas
varones con igual número de damas por el barrio de arriba (Ichocán y Huanca) y
otro tanto por el barrio de abajo ( Ayaucán y Chaupis).
Dos cabezas por día (un hombre y una mujer) organizan la fiesta, cada barrio
contrata una banda de músicos para los cuatro días, en los cuales preparan y dan
almuerzo para los invitados y asistentes. El primer día, luego del alba y detonación
de bombardas, se realiza la misa en el templo del pueblo en honor a Tayta Compadres o Tayta Jorgorón, luego de degustar el almuerzo ofrecido por los Cabezas,
los del barrio de arriba suben a la capilla Jorgorón llevando su cruz, bien adornada
con paños, macetas y rosones animados con las melodías de su banda de músicos.
De igual forma los del barrio de abajo llevan su cruz y al sacerdote para que oficie
la misa en la capilla de Matacruz, recuerdan al sacerdote Próspero Reyes por sus
homilías e identificación con el pueblo. Luego de la misa, en esta capilla degustan
algún bocadillo que reparte el Cabeza y en ambos lados se inicia la fiesta con banda, bailan huaynitos cerreños y otros que interpretan los músicos, es también el
momento del enamoramiento, de volver a recordar y vivir tiempos idos, la alegría se torna desbordante sobre todo cuando los mayordomos o cabezas reparten el
vino primero, luego el batido de ponche o aloja y finalmente el aguardiente.
Ya
cerca del crepúsculo vespertino comienza la bajada al pueblo, todos tomados de la
mano, en rueda como el amaru incaico, bajan bailando, disfrutando de esos momentos que sólo una vez al año se repite. En el pueblo, la fiesta continúa con los
juegos artificiales y castillos, un poco más de las 22 horas la fiesta del día termina.
Los tres días siguientes celebran el carnaval, cada barrio pone hasta cinco árboles o yunzas por día; los padrinos (la pareja que botó el año anterior) colocan
y adornan al árbol que le corresponde con serpentinas, globos, juguetes, frazadas,
colchas y utensilios varios. Jóvenes y señoritas se visten con trajes alusivos para el
juego con talco, serpentinas, pica pica.
Las chicas con su blusa blanca, su lliclla o
filfa, sombrero de paño. Todos al compás de la música dan de hachazos a los árboles que entre la alegría de niños y adultos caen, y sin importarles la copiosa lluvia
que cae y cae, los de la fiesta siguen bailando hasta el cuarto día que se despiden
saludando al Ño Carnavalón.
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