Es la fiesta costumbrista de mayor identificación de los chacayanos, la fecha de su
celebración es movible por ser la fiesta de los carnavales, es decir de la trasgresión
a las normas cotidianas de la vida, es una fiesta con mucha alegría en la que el humor, la caricatura hablada, así como el amor entre parejas brota como las flores
del campo.
Es el juez de paz el que coordina su celebración, los regidores de cada barrio
buscan sus colaboradores entre sus familiares y amigos, gente que los ayude con
los gastos, también a los bailantes, para ello han realizado sus wajes o aychamas
y es el momento de la retribución. Cada regidor compromete a cuatro bailantes
varones y a tres o cuatro damas por bailante, así se forman cuatro comparsas.
La vestimenta o disfraz del varón o Charicámay constituye un sombrero adornado con flores naturales, una camisa blanca con unas manguillas de colores y con
dibujos, un chaleco negro o marrón.
Lleva también un calzoncillo blanco y encima un calzón largo de color negro o azul marino sujetado por una faja de colores y
dibujos, se coloca medias de lana de borrega de colores escandalosos como el verde
claro, el rosado, el amarillo brillante, con el propósito de llamar la atención para
el bailante disfrazado. Lleva también un shucuy u hojota de cuero de res. También
llevan un poncho color vicuña que lo amarran a la faja, de la cual se agarran o sujetan las parejas en el momento del baile. Uno de estos bailantes es el Olgohualash
que lleva en la mano derecha una bandera peruana adherida a un palo envuelto
con flores y hierbas aromáticas, además de globos y serpentinas.
El disfraz de las chicas constituye, un sombrero blanco de paja, una blusa o
monilla también blanca, cubren su espalda con una manta filfa con blondas al
borde, encima una pullacata o manta adornada con estampados y dibujos. De
acuerdo a cómo le quede al cuerpo llevan dos o tres fustanes de colores, uno de
ellos con adornos tejidos a croché; sobre ellos una falda de terciopelo y otra de
muchas rayas, tratan de salir hermosas. Llevan además un pañuelo amarrado a la
cintura con el cual bailan y se agarran unas a otras.
Los bailantes por lo general son solteros, los varones entre 18 y 30 años y las
mujeres entre 15 y 20 años, danzan con cariño e identificación con su pueblo y
sus costumbres. El varón va adelante danzando cadenciosamente, detrás de cada
varón tres o cuatro damas, a veces en fila pero más entrecruzándose, una por aquí,
la otra por allá, pero todos con prosa, con elegancia, van cantando:
Charicámay, Charicámay ¡Agárrame!, ¡Agárrame!
Domingo de carnaval
Chaypachu pasarga Por ahí ha pasado
Rosado bandera
Taripala, tariparga Si la alcanzan van a
Cushuru palashu recoger cushuru
Taripala, Tariparga Si la alcanzan, la van a machucar
Jinanchu Nitirashu Encima o ahí mismo la machucaremos
Entre tanto, las señoras casadas y madres solteras disfrazadas al igual que las
jóvenes bailantes alegran también la fiesta, echan harina y talco a los asistentes;
con su chicotillo de tres puntas de plata que lo van dando vueltas por el aire, ponen orden entre la gente; pero también premian a los que festejan las ocurrencias y
curiosidades de los bailantes con el néctar de los dioses. Son tres días de fiesta que
en la Plaza principal y en las calles de Chacayán, los pobladores de este hermoso
pueblo se reencuentran con sus ancestros a través de sus expresiones culturales
auténticas.
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