César Pérez Arauco, en su libro Voces del socavón, refiere la leyenda sobre «El pueblo del Espíritu Santo» en la que nos dice:
A un kilómetro de donde se levanta el pueblo de Chacayán, estaba la aldea de Mito
en donde pernoctaba Santo Toribio de Mogrovejo en sus viajes misioneros a Huánuco. En aquellos tiempos, lo que sería más tarde Chacayán, no era sino el echadero de espléndidos pastos para el ganado y lugar donde se cruzaban las vías por las
que caminan a pie los indios de Yacán, Michivilca, Pillao, Yanacocha, Páucar, Dos
de Mayo, Cayna (Huánuco) y Huertas. Fueron los miteños pudientes los primeros
en establecerse en este lugar para efectuar la venta de ganado y productos agrícolas.
Comenzó como un tambo en el cual pernoctaban los arrieros en su larga caminata
de Cerro de Pasco, Goyllarisquizga y otras comunidades del Chaupihuaranga a
Ambo, Huánuco y viceversa.
En los totorales de este lugar, había un ave de hermosísimo canto que ocultamente
hacía escuchar su melodioso trino: ¡Chiquián!, ¡Chiquián! Los nativos escuchaban
embelesados la voz, pero no podían ver al ave misteriosa. Unos decían que era un
gacharrancas, otros que era un acaccloy, otros que el huaychao, otros el jilguero,
etc., pero nadie había podido ver al enigmático cantor hasta que un día un hombre
escuchó cantar al ave misteriosa en las alturas de Jorgorón y siguiendo la tonada
armoniosa, se encontró con la figura de una hermosa paloma grabada en la piedra.
Emocionado bajó al pueblo a contar el hallazgo y, al momento, la gente fue a comprobar el portento de la aparición. El anciano cacique con voz pausada y sabia dijo
que se trataba del Espíritu Santo. Conmovidos los hombres y mujeres decidieron
edificar una capilla en el sitio del hallazgo.
Juzgaron que su presencia era una orden para establecer un poblado y decidieron
que como el ave cantaba siempre en el totoral, allí fundaron el pueblo. Andando
los años el minero español Don Manuel Fuentes regaló a Chacayán una hermosa
paloma de plata maciza que representaba al Espíritu Santo, unos años después el
cura Florencio Sarriá se la llevó a Llata y ante los continuos reclamos de los chacayanos se la devolvieron pero ésta ya era una simple escultura de yeso con un ligero
baño de plata» (Pérez, 2002: 355-356)
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Chacayán, comunidad pasqueña, su organización y tradición cultural
Bernardino Ramírez
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
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